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jueves, 13 de marzo de 2008

TRATO MÉDICO

Aún recuerdo la rabia e impotencia que sentí hace unos años atrás, en unos de esos días que acudí a mi cita con el médico de cabecera. El doctor que me atendió en ese momento era el sustituto de mi médico que se encontraba de vacaciones. Semanas antes había ido a un especialista reumatólogo (eso si, de pago) que me diagnostico el Síndrome de SHA o SED tipo III, entre otras cosas. Éste especialista me dijo que acudiera a mi médico de la S.S. para que me hiciera un seguimiento de mis patologías. Pues bien, el facultativo que me atendió ese día, ojeo con tal desinterés mi informe y lo único que atinó a decirme fue lo siguiente; “Tienes que hacerte amiga del dolor”. Esas fueron sus únicas palabras sin dirigirme ni siquiera su mirada. Me sentí muy indignada, pero no le quise dar más importancia porque era el médico sustituto. A los días siguientes volví a su consulta, esta vez si estaba mi médico y le mostré ese mismo informe, pero fue un poco de lo mismo, una falta de interés por el diagnostico. Lo curiosos es, que después de toda una vida sufriendo dolores, lesiones, contracturas entre otras muchas cosas, ningún médico era capaz de decirme, explicarme lo que me pasaba o el por qué de esos dolores insoportables. Tener que acudir a un médico especialista de pago, para que se nos de un segundo criterio o valoración da algo de rabia, mientras los facultativos de cabecera (público) no son capaces de ser más sensibles con estas patologías. Los informes que mostramos no son sacados de cualquier sitio o por arte de magia.
Ese día salí con lágrimas en los ojos, porque se supone que el médico de la S.S. que tienes o eliges, es el que vela por tu salud, aconseja, el que te dice lo que debes tomarte o no. Debería existir una mejor relación entre médico y paciente, cuando esto es insuficiente siempre se crean conflictos. Entiendo que algunos facultativos estén hartos de pacientes hipocondríacos o que colapsen consultas para una receta sin más, pero también estamos los pacientes que somos respetuosos y que por tener Fibromialgia o Hiperlaxitud no deberían tratarnos como histéricos y decirnos que solo esta en nuestra cabeza, ¡vamos! un poco más y nos dicen que nos inventamos el dolor.
Me da la triste sensación a veces, que para ser un poco mejor atendidos tengamos que acudir a los médicos de pago, confió que en la mayoría de los casos no sea así. Yo hablo siempre desde mi propia experiencia.
Tampoco puedo generalizar con todos los facultativos, soy conciente del gran esfuerzo que hacen algunos por llevar todos estos temas a buen puerto, por lo tanto reconozco y agradeceré siempre sus meritos, pero no puedo dejar escapar mi protesta por aquellos que aún no se han enterado que somos personas que no estamos “graves”, pero que sufrimos día a día un dolor crónico casi en silencio, invisible, que nos limita, lesiona, un dolor muchas veces incomprendido y cuestionado.
Bastante hacemos ya, con intentar llevar una vida lo más normal posible para que estos inconvenientes nos lo compliquen aún más।

miércoles, 5 de marzo de 2008

¿Por dónde iba?

Esta es la infinita pregunta diaria que hago a los de mi entorno social y más cercano. Siempre fui una chica muy despistada, imagino que lo normal cuando somos adolescentes, viviendo nuestro mundo interior con mucho ímpetu y capaces de comernos el mundo. Hoy por hoy, mi vida se ha alejado mucho de aquel entonces y no sólo por la madurez, sino por otras cuestiones que van mermando en cierta manera nuestra capacidad. La FIBROMIALGIA no es puro dolor, es como una cadena muy pesada que vas arrastrando día a día, y con ella un montón de “cosillas” que se van adhiriendo para nuestro pesar. En mi caso, además de problemas digestivos, circulación,
entre otros, va ganando terreno los problemas de memoria reciente. Sé, que forman parte de esa “cadena”, lo difícil es llevarlos, al menos para mí. Se me hace complicado aceptar a veces estos incómodos lapsus y lo peor no es eso, sino la falta de comprensión e información que tienen algunos y esto en ocasiones nos puede conducir a una baja autoestima, porque dudamos de la capacidad de comunicación con los demás.
Tampoco llevo muy bien el tener que estar justificándome constantemente cuando no puedo llevar un tema de conversación, o en los momentos en los cuales no atino en la búsqueda de una palabra adecuada para expresarme.
He tenido ciertos momentos en los cuales me he desorientado completamente al salir de algún espacio público, porque no he sabido donde dirigirme ni lo que hacía en ese lugar. No niego que esa sensación a veces me ha provocado miedo, pero ya forma parte de mí y de esa CADENA que voy arrastrando. Me he sentido muchas veces torpe, lerda y acomplejada.
No tengo una vida social muy intensa, más que nada porque las fuerzas no me lo permiten mucho y con estas cuestiones me apetece menos salir, pero debo hacer el esfuerzo de no perderme el gozo de disfrutar con los amigos, e importarme menos mi típica pregunta…
“¿Por dónde iba?”