Aún recuerdo la rabia e impotencia que sentí hace unos años atrás, en unos de esos días que acudí a mi cita con el médico de cabecera. El doctor que me atendió en ese momento era el sustituto de mi médico que se encontraba de vacaciones. Semanas antes había ido a un especialista reumatólogo (eso si, de pago) que me diagnostico el Síndrome de SHA o SED tipo III, entre otras cosas. Éste especialista me dijo que acudiera a mi médico de la S.S. para que me hiciera un seguimiento de mis patologías. Pues bien, el facultativo que me atendió ese día, ojeo con tal desinterés mi informe y lo único que atinó a decirme fue lo siguiente; “Tienes que hacerte amiga del dolor”. Esas fueron sus únicas palabras sin dirigirme ni siquiera su mirada. Me sentí muy indignada, pero no le quise dar más importancia porque era el médico sustituto. A los días siguientes volví a su consulta, esta vez si estaba mi médico y le mostré ese mismo informe, pero fue un poco de lo mismo, una falta de interés por el diagnostico. Lo curiosos es, que después de toda una vida sufriendo dolores, lesiones, contracturas entre otras muchas cosas, ningún médico era capaz de decirme, explicarme lo que me pasaba o el por qué de esos dolores insoportables. Tener que acudir a un médico especialista de pago, para que se nos de un segundo criterio o valoración da algo de rabia, mientras los facultativos de cabecera (público) no son capaces de ser más sensibles con estas patologías. Los informes que mostramos no son sacados de cualquier sitio o por arte de magia.
Ese día salí con lágrimas en los ojos, porque se supone que el médico de la S.S. que tienes o eliges, es el que vela por tu salud, aconseja, el que te dice lo que debes tomarte o no. Debería existir una mejor relación entre médico y paciente, cuando esto es insuficiente siempre se crean conflictos. Entiendo que algunos facultativos estén hartos de pacientes hipocondríacos o que colapsen consultas para una receta sin más, pero también estamos los pacientes que somos respetuosos y que por tener Fibromialgia o Hiperlaxitud no deberían tratarnos como histéricos y decirnos que solo esta en nuestra cabeza, ¡vamos! un poco más y nos dicen que nos inventamos el dolor.
Me da la triste sensación a veces, que para ser un poco mejor atendidos tengamos que acudir a los médicos de pago, confió que en la mayoría de los casos no sea así. Yo hablo siempre desde mi propia experiencia.
Tampoco puedo generalizar con todos los facultativos, soy conciente del gran esfuerzo que hacen algunos por llevar todos estos temas a buen puerto, por lo tanto reconozco y agradeceré siempre sus meritos, pero no puedo dejar escapar mi protesta por aquellos que aún no se han enterado que somos personas que no estamos “graves”, pero que sufrimos día a día un dolor crónico casi en silencio, invisible, que nos limita, lesiona, un dolor muchas veces incomprendido y cuestionado.
Bastante hacemos ya, con intentar llevar una vida lo más normal posible para que estos inconvenientes nos lo compliquen aún más।
Ese día salí con lágrimas en los ojos, porque se supone que el médico de la S.S. que tienes o eliges, es el que vela por tu salud, aconseja, el que te dice lo que debes tomarte o no. Debería existir una mejor relación entre médico y paciente, cuando esto es insuficiente siempre se crean conflictos. Entiendo que algunos facultativos estén hartos de pacientes hipocondríacos o que colapsen consultas para una receta sin más, pero también estamos los pacientes que somos respetuosos y que por tener Fibromialgia o Hiperlaxitud no deberían tratarnos como histéricos y decirnos que solo esta en nuestra cabeza, ¡vamos! un poco más y nos dicen que nos inventamos el dolor.
Me da la triste sensación a veces, que para ser un poco mejor atendidos tengamos que acudir a los médicos de pago, confió que en la mayoría de los casos no sea así. Yo hablo siempre desde mi propia experiencia.
Tampoco puedo generalizar con todos los facultativos, soy conciente del gran esfuerzo que hacen algunos por llevar todos estos temas a buen puerto, por lo tanto reconozco y agradeceré siempre sus meritos, pero no puedo dejar escapar mi protesta por aquellos que aún no se han enterado que somos personas que no estamos “graves”, pero que sufrimos día a día un dolor crónico casi en silencio, invisible, que nos limita, lesiona, un dolor muchas veces incomprendido y cuestionado.
Bastante hacemos ya, con intentar llevar una vida lo más normal posible para que estos inconvenientes nos lo compliquen aún más।